A lo largo de la historia, ha sido la mujer, la encargada del cuidado y la educación de los niños y niñas. El papel que desempeñan las mujeres en la sociedad ha estado siempre delimitado por la dominación que el hombre ejerce sobre estas.
En la educación formal, ocurre lo mismo, ¿Por qué sigue habiendo un mayor número de mujeres educadoras infantiles que de hombres educadores infantiles? Por la misma regla de tres, ¿Por qué existen más hombres que mujeres ingenieros? o, ¿Por qué se le da más protagonismo al deporte masculino que al femenino?
Para responder las preguntas, considero de vital importancia, hablar sobre los estereotipos de género y darles una definición. ACNUDH (2014), los define como: " La práctica de asignar a una persona determinada, hombre o mujer, atributos, características o funciones específicas, únicamente por su pertenencia al grupo social masculino o femenino". Estos estereotipos comienzan a verse desde las etapas infantiles, a través de los valores que enseñan los dos socializadores primarios, escuela y familia.
Por tanto, es normal que la diferencia entre hombres y mujeres sea cuestión de educación, de los roles que se nos enseñan desde bien pequeños y que interiorizamos convirtiéndolos en actitudes.
Cuando llegamos a una edad adulta y debemos decir nuestro futuro, estos roles, nos "obligan" a elegir lo que nos han enseñado que debemos elegir. Los hombres el éxito y las mujeres: la educación, el cuidado... Actitudes, socialmente secundarias.
Observando esto, ¿De verdad seguimos pensando, que es lo mismo ser hombre y docente que mujer y docente? El machismo, es una actitud estereotipada que perjudica a ambos sexos. La sociedad no ve con los mismos ojos a un hombre entre niñas de 3 años que a una mujer. No tenemos los mismos derechos, los hombres también deseamos ejercer este tipo de profesiones sin ser juzgados o sin que se ponga en duda nuestra profesionalidad, por que: una buena práctica docente, no se resume en ser hombre o mujer, sino en la vocación y la profesionalidad de las personas. ¡Ya va siendo hora de mirar a las personas como personas y no como productos que creamos al juzgar!
Por suerte, en la actualidad, se está avanzando hacia un cambio. En parte, gracias al feminismo, que pretende la igualdad de derechos y oportunidades entre sexos.
Para ello, siendo conscientes del necesario cambio de valores y de la regeneración de la sociedad, existen metodologías que promueven la igualdad, un ejemplo, es la pareja pedagógica, esta consiste en que dos personas (con la misma categoría profesional, igual calendario, con las mismas funciones e idéntico sueldo) comparten sin divisiones nominales, un único grupo de niños y niñas, durante la mayor parte de la jornada laboral. Dos profesionales que se reparten la responsabilidad de la relación con las criaturas. (Hoyuelos, 2004). De este modo, se consigue que los niños y niñas, no tengan un referente de un solo género y que, se vea más habitual que los hombres también tomen parte en la educación infantil.
Por último, yo como hombre, animo al género masculino a estudiar educación infantil. El cambio está en nuestras manos (hombres y mujeres), es una manera de contribuir indirectamente a la igualdad.
REFERENCIAS:
- Hoyuelos, A. (2004). La pareja educativa: un reto cultural, In-fan-cia, 86, 4-10.
- Naciones Unidas. (2014). Los estereotipos de Género y su utilización. Recuperado de: http://www.ohchr.org/SP/Issues/Women/WRGS/Pages/GenderStereotypes.aspx
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